No hay respuestas en blanco o negro a la pregunta sobre si el
empresario nace o se hace. Si el entorno social, la cultura y valores no
favorecen las vocaciones empresariales, nacerán menos empresas, con la secuela
de que las sociedades serán menos dinámicas.
Afortunadamente, la idea
tradicional del empleo público “seguro” y “de por vida”, está
en revisión. Por la toma de conciencia
de que el empleo lo crean los empresarios y
la constatación de que las
opciones de futuro pasan por una enorme flexibilidad de adaptación a entornos
cambiantes y un proceso continuo de formación.
¿Cómo se hacen estos emprendedores?. Primera respuesta: con
formación y experiencia. Las condiciones naturales son bienvenidas,
pero hay que desarrollarlas. Y aquí son más importantes las competencias que el saber. En este sentido, todos conocemos casos de
éxito de personas “venidas de la nada” ,
es decir con poca cultura formal, pero que han sabido aprovechar sus
habilidades para detectar oportunidades y explotarlas.
Hay que tener en cuenta
varias etapas de la formación en
emprendimiento (mas que empresarial). Desde la siembra hasta la
especialización:
1. Divulgación de la
cultura empresarial, en su acepción más amplia: emprendedor
no es sólo quien busca beneficios privados, si no cualquier persona que desea
llevar a término un proyecto y pone los medios adecuados. Como en la parábola bíblica, para que la siembra
fructifique, se necesita un terreno en condiciones.
2. Formación en
competencias. Como las relacionadas con la autonomía
personal (confianza, organización del tiempo, toma de decisiones..) el
liderazgo, la innovación y creatividad y las propias habilidades de gestión
empresarial. Es la formación en emprendimiento transversal que sirve tanto para
emprendedores como empresarios en ejercicio,
o directivos y cuadros, empleados por cuenta ajena, que a la vez que
mejoran sus opciones de carrera contribuyen a la creación de valor en sus
empresas y para la sociedad.
3. El desarrollo de capacidades
específicas, como la práctica de ventas, las presentaciones públicas o la gestión de
equipos de personas. Cada vez más en
forma de talleres prácticos frente a los cursos teóricos.
4. La mejora de conocimientos
concretos: marketing, informática, finanzas, etc. La oferta de cursos es amplísima,
con peso creciente, por motivos prácticos, de las fórmulas on-line.
Para quien quiera desarrollar una carrera empresarial, el punto crucial es el de las competencias. Como referencia pedagógica, cabe mencionar el
estudio patrocinado por la Fundació Príncep de Girona, “Aprender a
Emprender”* . En esta línea, en nuestra
entidad de voluntariado estamos trabajando
en un proyecto piloto de
formación práctica a través del tratamiento de casos, con buenos resultados
iniciales. En las siguientes etapas se
debe vincular formación y experiencia, en un proceso
continuo. Dos acotaciones sobre el mismo:
- En lugar de memorizar recetas, hay que aprender a buscar los conocimientos allí donde se hallan y hacer las preguntas adecuadas. Esto es particularmente necesario para focalizar las búsquedas en la red, donde se puede hallar casi todo tipo de conocimiento, pero hay que discernir y focalizar.
- Ser especialista en algo no es malo y está en el origen de muchos negocios. Ahora bien, por la evolución de la sociedad y de los mercados, las competencias de adaptación y de interpretación de las tendencias son fundamentales para sobrevivir y crecer. Una persona que llegue ahora al mercado laboral o a emprender tiene una perspectiva de futuro de trabajar en más de 10 empresas y/o sectores diferentes. Por lo que, volviendo al inicio, no hay más seguridad que la de la propia preparación.
Jaime Marsal. Presidente
de VAE, Voluntaris en Assessoria Empresarial (www.vaecat.org)
* Enlace:
http://es.fpdgi.org/upload/projecte/aprender-a-emprenderesp.pdf