VAE

dijous, 31 d’octubre del 2013

La forja de empresarios. Formación en emprendimiento



No hay respuestas en blanco o negro a la pregunta sobre si el empresario nace o se hace. Si el entorno social, la cultura y valores no favorecen las vocaciones empresariales, nacerán menos empresas, con la secuela de que las sociedades serán menos dinámicas.  Afortunadamente, la idea  tradicional  del  empleo público “seguro” y “de por vida”, está en revisión. Por la  toma de conciencia de que el empleo lo crean los empresarios y  la constatación de que las opciones de futuro pasan por una enorme flexibilidad de adaptación a entornos cambiantes y un proceso continuo de formación.

¿Cómo se hacen estos emprendedores?. Primera respuesta: con formación y experiencia.  Las condiciones naturales son bienvenidas, pero hay que desarrollarlas. Y aquí son más importantes las  competencias que el saber.  En este sentido, todos conocemos casos de éxito  de personas “venidas de la nada” , es decir con poca cultura formal, pero que han sabido aprovechar sus habilidades para detectar oportunidades y explotarlas.

 Hay que tener en cuenta varias etapas de la formación en emprendimiento (mas que empresarial). Desde la siembra hasta la especialización:

1.      Divulgación de la cultura empresarial, en su acepción más amplia: emprendedor no es sólo quien busca beneficios privados, si no cualquier persona que desea llevar a término un proyecto y pone los medios adecuados. Como en   la parábola bíblica, para que la siembra fructifique, se necesita un terreno en condiciones.
2.      Formación en competencias. Como las relacionadas con la autonomía personal (confianza, organización del tiempo, toma de decisiones..) el liderazgo, la innovación y creatividad y las propias habilidades de gestión empresarial. Es la formación en emprendimiento transversal que sirve tanto para emprendedores como empresarios en ejercicio,  o directivos y cuadros, empleados por cuenta ajena, que a la vez que mejoran sus opciones de carrera contribuyen a la creación de valor en sus empresas y para la sociedad.
3.      El desarrollo de capacidades específicas, como la práctica de ventas, las  presentaciones públicas o la gestión de equipos de personas.  Cada vez más en forma de talleres prácticos frente a los cursos teóricos.
4.      La mejora de conocimientos concretos: marketing, informática, finanzas, etc. La oferta de cursos es amplísima, con peso creciente, por motivos prácticos, de las fórmulas on-line.

Para quien quiera desarrollar una carrera empresarial, el punto crucial es el  de las competencias.  Como referencia pedagógica, cabe mencionar el estudio patrocinado  por  la Fundació Príncep de Girona, “Aprender a Emprender”* . En esta línea,  en nuestra entidad de voluntariado estamos trabajando   en un proyecto piloto  de formación práctica a través del tratamiento de casos, con buenos resultados iniciales. En las  siguientes etapas se debe  vincular  formación y experiencia, en un proceso continuo. Dos acotaciones sobre el mismo:
  • En lugar de memorizar recetas, hay que  aprender a buscar los conocimientos allí donde se hallan y hacer las preguntas adecuadas. Esto es particularmente necesario para focalizar las búsquedas en la red, donde se puede hallar casi todo tipo de conocimiento, pero hay que  discernir y focalizar.
  • Ser especialista en algo no es malo y está en el origen de muchos negocios. Ahora bien,  por la evolución de la sociedad y de los mercados, las  competencias de adaptación y de interpretación de las tendencias son fundamentales para sobrevivir y crecer. Una persona que llegue ahora al mercado laboral o a emprender tiene una perspectiva de futuro de trabajar en más de 10 empresas y/o sectores diferentes. Por lo que, volviendo al inicio, no hay más seguridad que la de la propia preparación.
Jaime Marsal. Presidente de VAE, Voluntaris en Assessoria Empresarial (www.vaecat.org)
* Enlace: http://es.fpdgi.org/upload/projecte/aprender-a-emprenderesp.pdf

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